Es un mundo
perfectamente dócil,
lógico, cercano y
confortable,
hecho de números
enteros y puntuales,
de parámetros
medibles y objetivos,
de esquemas, de
pruebas, de balances,
de certezas y de
seguridades,
con su innegable
simetría, sus combinaciones,
su álgebra precisa,
sus contundentes
resultados
racionales que lo afirman,
su magnanimidad,
sus valores consecuentes,
sus cifras naturales.
Pero un fuego de lo
más bruto (como todos los fuegos)
anda ahora por los
rombos, los cubos, las esferas,
los octaedros, los
ángulos conversos,
los
paralelepípedos,
la moderna
arquitectura, los vértices,
los magníficos
diseños.
Hace un instante,
apenas,
alguien cuya vida
era
muchos números como
pastillas calmantes
(tarjetas de
colores, códigos de barras, cuentas,
registros,
documentos, inventarios)
abandona su oficina
de alfombras y
ascensores,
del piso ochentaitantos,
y se transforma
misteriosamente en otro
-absurdas
cuestiones ontológicas-
que ya no es él,
sino un pájaro aterrado,
que asusta a la
señora que lo mira en CNN,
y sin pensar
siquiera en que Deleuze
hizo en París lo
mismo exactamente
(eso de cambiar de figuritas,
eso de pasar de un
sentido a otro sentido,
eso de romper los
círculos concéntricos,
eso del terror y
del querer fugarse,
eso, -la
profunda payasada del significante-),
se arroja, con su
traje hermoso de corte italiano,
(¡clímax del
espectáculo!)
al vacío elemental
que nos sostiene.
Eduardo Spalletta, 24/9/2001
Lo de "la profunda payasada del significante", claro, salió de aquí:
(*)
“…asi,
pues, el sistema completo comprende:
a) el rostro ó el cuerpo paranoico del dios-déspota en el centro significante
del templo; b) los sacerdotes interpretativos, que siempre recargan en
el templo el significado en significante; c) la muchedumbre
histérica en el exterior, en círculos compactos, y saltando de un círculo a
otro; y d) el chivo expiatorio depresivo, sin rostro, emanado del centro, elegido
y tratado, realzado por los
sacerdotes, atravesando los círculos en su loca huída hacia el desierto. Descripción demasiado
esquemática que no corresponde únicamente al régimen despótico-imperial, sino que figura también en todos los grupos centrados, jerarquizados,
arborescentes, sometidos: partidos políticos, movimientos literarios,
asociaciones psicoanalíticas, familias, conyugalidades… La foto, la rostridad, la redundancia, la significancia y la interpretación
intervienen en todas partes. Triste mundo el del significante, con su arcaísmo de función siempre actual, su trampa esencial que connota en él todos los aspectos, su profunda payasada. El significante
reina en todas las escenas conyugales,
como también en todos los aparatos de
Estado.”
Gilles
Deleuze, “Mil
Mesetas”, capítulo: “Rostridad. Sobre
algunos regímenes de signos”.
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